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La Justicia intentará resolver por segunda vez un singular caso de violencia conyugal

Un episodio violento y marginal ocurrido en 2016 será juzgado por segunda vez. En el primer juicio el acusado de atacar violentamente a su concubina embarazada fue absuelto. Ahora, es probable que el debate no se desarrolle por pedido de la propia denunciante.

La Justicia intentará resolver desde el viernes y por segunda vez un singular caso de violencia conyugal ocurrido en el 2016, cuando una mujer embarazada de siete meses fue atacada por su entonces concubino y ella lo apuñaló con un trozo de vidrio.

Tras un derrotero de nueve años, la causa llega nuevamente a juicio. El debate oral debería tener lugar en la sala del Tribunal N° 1, aunque se especula también con que el fiscal Alejandro Pellegrinelli pueda retirar la acusación, en consonancia con cierta postura de la mujer de relativizar el episodio y expresar su deseo de dejar atrás lo sucedido con el hombre y que hace casi cinco años que no tiene ningún tipo de relación con él.

Vale destacar, de todas formas, que el mismo tribunal local había absuelto al acusado en 2017. Esa sentencia fue, en su debido momento, confirmada por una sala del Tribunal de Casación pero luego la Suprema Corte de Justicia la anuló, y la reenvió a otra sala de Casación que, a su vez, ordenó en 2022 que se hiciera un nuevo debate “teniendo en cuenta la perspectiva de género”.

Desde entonces y hasta ahora, el fiscal Pellegrinelli trabajó en la causa y mantuvo contacto con la otrora denunciante del hecho, quien, como se expresó antes, le trasladó su pedido de no realizar el juicio. Además del fundamento citado antes, LA CAPITAL pudo saber que la mujer es la madre de un joven que murió de forma trágica este año (el episodio se mantiene en reserva por pedido de las partes) y manifestó no encontrarse apta emocionalmente para afrontar el nuevo proceso. “Solo quiere enfocarse en buscar justicia para su hijo”, dijo una fuente judicial consultada.

El caso

El episodio ocurrió la madrugada del 2 de agosto de 2016 en una vivienda de la calle Echevarría al 2200, donde convivía una pareja junto a los hijos menores de la mujer. Según la investigación del fiscal Alejandro Pellegrinelli, la discusión comenzó en la habitación, cuando el hombre, en medio de una escena de celos, le gritó: “Ya te querés ir, puta”. La víctima respondió: “Y sí, J.M., ya sé lo que va a pasar, los nenes se están levantando”.

Acto seguido, el imputado la tomó de los cabellos y la arrastró hacia el comedor. Allí le apoyó la cabeza contra la mesa y comenzó a presionarle el cuello. La mujer relató que, al quedarse sin aire, alcanzó a clamar: “¡Jehová, ayúdame!”, tras lo cual el agresor la soltó.

La violencia no cesó. La víctima buscó refugio en la habitación de sus hijos de 10 y 7 años, que lloraban y gritaban, pero el hombre irrumpió con un palo de escoba y rompió el vidrio de la ventana, dejando caer fragmentos sobre la cama. Luego, la obligó a lavarse la cara para salir a comprar cigarrillos y, ante su negativa, le dio una patada en el rostro que le provocó un sangrado.

A partir de esas acciones J.M.S fue acusado del delito de homicidio doblemente agravado en grado de tentativa según el inciso 80 incisos 1 y 11, comúnmente conocido como “femicidio”, por ser cometido por un hombre en perjuicio de una mujer en un contexto de violencia de género.

Sin embargo, durante el debate, a partir de distintos informes forenses, el Tribunal entendió que “teniendo en cuenta las múltiples variables que se dieron aquella noche en la vivienda… forcejeos, intentos de fuga, etc., y las auto-agresiones de (M) (tirones de pelos, marcas en los brazos por cortes con elementos filosos, rasguños en la piel, etc.) y que las marcas que presentó (M) no fueron, en su totalidad, producto de una agresión de J.M.S.”

Vale recordar, además, que en la secuencia de agresiones, la mujer tomó un vidrio y apuñaló a su concubino. Tiempo después la mujer presentó un discurso contradictorio, escasamente claro respecto a la situación denunciada, relativizando y minimizando los episodios de violencia y priorizando la continuidad de su relación de pareja. Incluso ella misma se presentó en la Fiscalía N° 5 para pedir la libertad del agresor, jurando a los gritos el amor que le tenía al hombre y la necesidad de contar con él en libertad.

Una parte de esa situación cambió con los años: la mujer ya no está más con el hombre, llevan casi 5 años sin saber uno del otro y a ella poco le importa regresar al pasado a través del juicio.

Ese es uno de los grandes conflictos que provoca la realización de un segundo juicio mucho tiempo después no solo del primero, sino de los hechos a analizar.

Estudios socioambientales efectuados para este nuevo debate confirmaron que la mujer ahora vive una vida muy distinta y que solo quiere alinear sus energías en buscar justicia para su propio hijo.

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